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miércoles, 9 de mayo de 2007

La práctica hace al maestro


por María Amparo Cabezas

Traducción es la fiel transferencia de ideas de un idioma a otro, al cual se traduce en un estilo correcto, preciso y apropiado. Y, en lo posible, conciso”. “En realidad, si los textos técnicos están bien redactados y se conoce el vocabulario pertinente, lo técnico resulta casi siempre más fácil de traducir que el texto general sencillo, confuso y mal redactado”.
Marina Orellana, la Traducción del inglés al castellano. guía para el traductor.
Traducir de la forma que describe Marina Orellana requiere años de experiencia y estudio y, si bien la traducción de textos técnicos bien redactados podría resultar más fácil, éstos no siempre son claros ni tampoco puede encontrarse en los diccionarios toda la terminología que contienen. Y aunque se encontraran todos los equivalentes terminológicos en el idioma al que se traduce, no se puede traducir bien si no se comprenden los conceptos y el mensaje del texto original. En este punto, la investigación se vuelve indispensable no sólo para lograr una perfecta comprensión del texto, sino también para recoger la terminología utilizada en textos análogos redactados en el idioma al que se traduce y el nivel de lengua que se debe utilizar para llegar con eficacia a los posibles lectores de la traducción. Y —al menos en la traducción técnica— lo que aporta tanto o más que la investigación y la consulta de diccionarios es la práctica: las experiencias vividas en carne propia y no sólo a través de los libros o los relatos de otros.
El traductor inexperto se encuentra a menudo confrontado con la disyuntiva de elegir entre vocablos castellanos que aparecen en los diccionarios, agrupados sin orden ni concierto, sin el beneficio de unos conocimientos prácticos mínimos que le ayuden en su selección. Yo aconsejaría al traductor que se sumergiera —mediante la lectura y, si es posible, mediante el ejercicio práctico— en cuantas profesiones estén a su alcance, como medio de conocer la aplicación de los términos apropiados para cada caso.

El reto de la terminología
¿A quién no le han entrado dudas al seleccionar el término más apropiado para traducir palabras inglesas tales como bolt (perno, tornillo, dardo, pestillo, tamiz muy fino para harina, proyectil cilíndrico), dogs (tenazas de tracción, tenazas para lingotes), screw (tornillo, tuerca, hélice, propulsor, de hélice, tornillo sin fin, rocín, paga, ganzúa), washer (arandela, lavadora, limpiadora, torre de lavado de gases), lead (plomo, conducción, conexión, paso navegable, sonda marina), leader (jefe, líder, editorial, puntos suspensivos para guiar la vista, caballo delantero, tubo de bajada de aguas pluviales, tela guía, sedal).
En campos tan variopintos como el de la pesca, tanto deportiva como comercial, dudamos al encontrar palabras tales como drag net (¿arrastrar la red o red de arrastre?, red de volanta, red barredera), swivel (conexión giratoria, eslabón giratorio), trolling (pesca al curricán, pesca por cacea), bottom fishing (pesca de fondo, en profundidad), bottom fish (especies de gran profundidad, pelágicas).
O el de la aviación, tanto comercial como deportiva: glider (planeador, vuelo sin motor, hidrodeslizador), lift (elevar, levantar, sustentación aerodinámica), flan (alerón), taxiing (rodaje de aproximación a pista), landing (aterrizaje. el de los sistemas generadores de energía: solar colector (placa solar, ladrillo solar, teja solar), wind power plant (generador de energía eólica, aerogenerador).

Las vivencias en la práctica de la profesión
Todo lo que se observa y aprende a lo largo de la vida, desde la más tierna edad, resulta útil en la vida adulta y profesional. El aprendizaje de una profesión o de un oficio es mucho más expedito si se afianza en conocimientos asimilados desde la niñez o la juventud. Así, por ejemplo, el hijo de un carpintero hará a la perfección lo que vio hacer a su padre; será un gran conocedor de la madera y de las herramientas para trabajarla.
En el campo de la traducción, es particularmente útil haber visto y tocado un determinado objeto, instrumento, material, maquinaria, etc. —y saber cómo funciona— a la hora de dilucidar el sentido de una frase o escoger el término más idóneo. El conocimiento del tema ayuda incluso a detectar errores de redacción o de otra índole en el texto original que se traduce.
Factores determinantes de una buena traducción
Tres factores sine qua non sustentan toda buena traducción técnica:
1) Conocimiento profundo del idioma extranjero del cual se traduce y perfecto dominio del idioma al cual se traduce (por lo general, el materno).
Siendo la traducción un arte, es también importante saber escribir no sólo correctamente, sino además con naturalidad y elegancia.
2) Conocimiento de la materia, adquirido mediante el estudio:
a) el traductor, al serle encomendado un trabajo sobre un determinado tema del cual tiene un conocimiento nulo o superficial, se empapa del tema en artículos y libros o manuales y trata de adquirir un conocimiento lo más amplio posible de la cuestión en el periodo de tiempo limitado del que suele disponer;
b) el traductor consulta fuentes de disponibilidad inmediata, tales como Internet —con ayuda de excelentes buscadores como Google y bases de datos terminológicas multilingües como Eurodicautom— a fin de resolver las lagunas que todavía le quedan. También consulta con colegas, expertos en la materia, etc.
3) Práctica, práctica:
los conocimientos adquiridos en corto tiempo suelen durar poco en nuestra memoria.
Por tanto, el profesional precavido, en un intento por adquirir conocimientos y terminología especializada que se convierta en vocabulario activo en su haber, se esforzará por “ensuciarse las manos” y practicar el objeto de su traducción, adquiriendo conocimientos y terminología vivos, de la vida real: quizás acompañando al pescador en sus faenas, al profesor en su clase, al herrero en su herrería, al mecánico en su taller, al
ingeniero en su oficina, al médico en su consultorio.
Los términos así asimilados pervivirán en su memoria, serán más idóneos que los que proporcionan los diccionarios y, sobre todo, serán comprendidos por todos ya que son los utilizados en la profesión, en el oficio, en el gremio.
Conclusión
Con el avance vertiginoso de la ciencia y la tecnología y el afán del hombre por alcanzar mejores niveles de vida y de ocio, así como por adquirir mayores conocimientos que le permitan responder óptimamente a los retos aún pendientes de ayer y a los más recientes de hoy, la traducción técnica tendrá cada vez más exigencias, más demanda y más acogida.
Nuestra ‘aldea global’, con sus modernas tecnologías de la información que reducen al mínimo las distancias que separan a los hombres en los distintos puntos de la tierra, no dejará de requerir el talento y la dedicación de los especialistas de la palabra, que se pasean con soltura por todos los campos del saber y sin los cuales el diálogo de la humanidad no sería posible.
María Amparo Cabezas, nacida en Quito, Ecuador, es ex alumna de la universidad Sorbonne Nouvelle, Paris III, y de la Escuela Superior de Traductores e Intérpretes de París. Actualmente cursa estudios de traducción en la Universidad de Nueva York. Ejerce la traducción de forma independiente en Washington, DC.

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